Al tratar de bosquejar todos los conceptos que van implicados en la noción de ciudad es muy probable que no teniendo un conocimiento maduro al respecto, no sea posible abarcar todas las determinantes que en conjunto lo conforman y a la vez lo complejizan a inmensas escalas. La ciudad es más de lo que vemos, más de lo que percibimos, y tiene el privilegio de ser un tema de amplia recepción un y foco de gran cantidad de estudios.
En medio de la idea de lograr entender todas las variables que subjetivan los juicios que al respecto se hacen, se abordará en este caso una que directamente tiene que ver con la “prefiguración de espacios abiertos colectivos, que condicionan los atributos tipológicos de edificios privados y públicos, y sistemas de circulación de una ciudad”, es decir, el diseño urbano.
Alfonso Raposo (2006) desde su perspectiva nos muestra su amplio bagaje con respecto a este concepto, y nos relata de forma muy general “algunos hechos y cronologías con los que busca dar posición al diseño urbano, como cuestión teórica y práctica, en la actual esfera de las preocupaciones y acciones disciplinarias sobre la ciudad”, cuestión que al ahondar en sus líneas encuentro muy bien encaminada, preparándome para una posición muy acertada con respecto a mi criterio.
Al expresarnos su interés por indagar sobre los territorios en los que se asienta el diseño urbano, nos hace referencia al urbanismo como parte de la esencia de éste. Si bien es cierto, el urbanismo nace bajo un manto de presión consecuente de una era industrializada, en la que la ciudad crecía en cantidad pero decrecía en calidad. Con el declive de la industria manufacturera y el auge de la producción en serie, el colapso que se generó en las urbes a causa del deterioro ambiental, la problemática social incesante manifestada en el excesivo aumento demográfico, y el déficit de espacios para la expansión de éstas, fue completamente gigante. Insalubridad por doquier y una brecha económica que se expandía cada vez más y fragmentaba las sociedades, conllevó a lo que
yo le llamaría un “caos urbano”.
El urbanismo de cierta forma logró controlar parte de la vorágine de estas ciudades que lentamente se iban a pique. La aparición de nuevas propuestas de importantes arquitectos a partir de ésta disciplina para adaptar el monstruo de la industrialización a las poco experimentadas urbes con las mínimas consecuencias, no se hicieron esperar, y pronto se lograría sólo un poco más de equilibrio, equilibrio que hoy en día nuevamente fluctúa, con algunas excepciones de ciudades.
El éxito de algunas de estas intervenciones se halla en práctica conjunta de la arquitectura y el urbanismo, Alguna vez escuché que estas dos disciplinas son dependientes la una de la otra y que cada movimiento que ejerza la arquitectura será una consecuencia inmediata de un movimiento del urbanismo, y creo que es totalmente cierto puesto que, tal y como lo dice el autor, ¿qué sería la materialización de una ciudad que tiene como eje principal la construcción edilicia si no está siento impulsada por el motor social y cultural, así como por la actitud y la práctica del planeamiento? (Raposo, 2006) Estoy segura que retornaríamos a un nuevo caos.
No es muy difícil de entender, simplemente son complementarias. El hacer ciudad en mi concepto no sólo se basa en el producir, producir edificios, producir vías, producir equipamientos, entre muchas otras cosas; también tiene que ver con el cómo, porqué, cuando y donde: ¿de qué manera se harán?, ¿por qué se deben hacer?, ¿cuando es el mejor momento para hacerlos? y ¿por qué debe ser en ese sitio?, Todo esto impelido por una intención social, por la búsqueda del bien colectivo; es así como todo se debe regular.
Héctor Robledo Lara en la antología del Diseño Urbano (2000, citada en estado del arte del concepto. Diseño urbano, 2005), propone un diseño urbano “que crea espacios colectivos y edificios ajustados a un programa urbanístico de necesidades y que tiene como objetivo final, la expresión morfológica”, y hago énfasis en la frase final “la expresión morfológica” ya que yo también opino que su fin ultimo no deben ser representaciones de cálculos y demás temas técnicos, debe ser, además de eso, la idea de moldear y dar forma al espacio, y con este juicio me sumo a la tarea de Raposo de hacernos discernir
entre lo que es correcto en la práctica del diseño urbano a través de las líneas de Gravagnuolo y otros autores allí mencionados.
La sociedad entonces, siguiendo con lo anterior, demanda más espacio público, más y mejores equipamientos y más oportunidades, demanda espacios colectivos que busquen afianzar las dinámicas sociales y generar zonas de desfogue para un ahogante y perenne desarrollo edilicio que en muchas ocasiones no da paso entre una construcción y otra ni siquiera a la mínima circulación de aire, cuestión que se convirtió en parte de una moda, una moda que se deseaba mantener erradicada hacia el inicio del movimiento moderno, y que como bien lo dice el autor (2006) acerca de tal período “no se detiene en las edilicias sino que busca a través de ellas establecer rutas de generación y regeneración del espacio urbano de la ciudad moderna”.
Y no es sólo el déficit de estos espacios, tiene que ver también con que tipos de espacios se están produciendo. La concepción actual de la forma urbana se ve relegada a lo típico, a lo facilista y a lo poco estético y funcional, asimismo, el dogma de la vigente doctrina urbana se encuentra sustentada en el desarraigo societal y el poco interés de darle una identidad propia y única. En éste orden de ideas, la sociedad es el ente que expresa: sus menesteres, sus deseos, lo que ya tiene y no necesita, por tal razón ésta se comporta como un paciente a su médico; ¿de que forma podría este último recetarle alguna medicación si no ha habido una valoración previa? ¿De qué manera entonces se podría gestar con éxito un proyecto en el que no se amalgamen sociedad, urbanismo y arquitectura y trabajen sinérgicamente en la búsqueda del correcto ejercicio del diseño urbano? El autor nos invita a entender la conexión existente ya no solo entre la arquitectura y el urbanismo, sino también en conjunto con el diseño urbano para lograr un buen desempeño de estas partes. Sí es necesario que arquitecto participe, sí es necesario que el urbanista participe, y es aun más necesario que se conjuguen en la acción de diseñar las urbes. En pocas líneas entiendo que todo este trabajo plasmado en lo que es el proyecto urbano en respuesta de todas éstas demandas espaciales busca de muchas formas entender la ciudad como espacios más simples dentro de su complejidad, como una secuencia ordenada y como ente en el que exista relación entre sus formas edilicias y la tipología que define su trazado.
Cabe entonces perfectamente hablar de un tema que me pareció muy importante y me alegró en demasía el poder verlo allí plasmado: el “Civic design” y el Civic art”. ¿Por qué hago énfasis en el trabajo conjunto de sociedad, urbanismo y arquitectura? Sencillo, siento que comparten el mismo espíritu. De ninguna mejor forma Raposo (2006), en base a otros autores, pudo haber expresado la relación tan íntima que juegan estos papeles entre sí, entendiendo yo, por medio de sus palabras, que el urbanismo piensa y la arquitectura moldea, y que por supuesto, algo parecido a lo que en su texto plasma es afirmar que “mediante el “Civic art” podemos invertir esa falta de confianza que se le tiene al espacio público para conseguir inducir desde éste las formas más adecuadas para los edificios que son la envolvente física de los espacios colectivos”.
Ajustándonos a la realidad basada en la capacidad de crecimiento que hoy en día tienen las ciudades, es entonces cuando todos estos conceptos deben ser aplicados con urgencia. Mientras el urbanismo se vuelve cada vez más operativo y las urbes cada vez más dejan de planearse, éstas se empiezan a basar en pequeñas oportunidades, y la respuesta a estas oportunidades es precisamente el proyecto (Borja), Así empiezan a utilizarse sitios que antes carecían de algún valor y se proyecta arquitectura escueta, sin mayor sentido.
La invitación de Raposo es de garantizar la inclusión de intenciones, intenciones basadas en necesidades, necesidades humanas; es garantizar que se crearán diseños urbanos con un sentido más simbólico y fundamentado, con el fin de evitar la fragmentación de la ciudad y la no relación con el medio, así como equilibrar las cargas de los lugares.
Rem Koolhaas nos dice: “Ahora nos dejaron con un mundo sin urbanismo, solo arquitectura, siempre más arquitectura. La prolijidad de la arquitectura es su seducción: define, excluye, limita, separa del resto pero también consume. Ésta explota y agota los potenciales que pueden ser generados, en última instancia, sólo por el urbanismo...” y es precisamente desde este urbanismo y mediante la planeación, que podría existir solución a esta creciente problemática, la cual desencadena una banalización de la ciudad en donde existe un completo desprendimiento entre los objetos arquitectónicos y el espacio público en el que se hallan.
Diseño urbano: una posición personal es de nuestros talleres la oportunidad es muy grande como estudiantes de arquitectura, las opciones son múltiples y estamos recibiendo esta nueva cultura de urbanismo de antemano, antes de ejercer nuestros roles en la sociedad y con el fin de ponerla en práctica a partir de nuestros ejercicios académicos. La idea es que nuestros proyectos cada vez más se aproximen a la tarea del diseño urbano, buscando siempre adaptarnos a las comunidades y respondiendo siempre a las particularidades de cada entorno.
El propósito de la arquitectura es netamente humano, en él convergen una serie de variables económicas, culturales, sociales, políticas, normativas y por supuesto ambientales, pero el inicio de su ejercicio está ligado en principio siempre a una necesidad humana. Como estudiantes tendremos pronto una labor envidiable y privilegiada, y es la de, sin ser magos ni dioses, construir los sueños de quienes nos solicitan.
Por esta razón desde la academia, y especialmente desde mi taller, el compromiso es aplicar cada vez mejor el discurso conceptual del diseño urbano, buscando implementar estrategias que promuevan la relación plan-proyecto, en la que trabajen simultáneamente la arquitectura y el urbanismo adoptando posiciones que exijan una mejor capacidad de dialogo entre éstas disciplinas.
Con la propuesta urbanística en la que trabajo pretendo relacionar las dinámicas sectoriales que hoy en día se presentan en el barrio El espinal, buscando hacerlas coincidir al proponer una mayor coherencia en el lenguaje de usos, equipamientos, y estilos, con el fin de estimular la verdadera vocación que tiene el sitio. Con la idea que se produjo en clases de la festivalización del urbanismo aplicada a un producto urbano que genere protagonismo en la zona, lo que se quiere es desencadenar la creación de nuevas áreas verdes, todo un mejoramiento del sistema ya existente y el impulso de un desarrollo turístico que potencie la riqueza histórica que se posee, en aras de conseguir que El espinal se consolide como un nodo de gran importancia en la ciudad.
"Diseño urbano: una posición personal", evaluando lo anterior y finalmente teniendo en cuenta los puntos ciegos de los que nos habla Jonathan Barnett en la base conceptual del discurso del diseño urbano manejado en la primera “Harvard urban design conference” de 1956, podría decir que se estarían solucionando en la propuesta antes mencionada:
las flaquezas en la consideración del ambiente natural: ya que el espacio público y la creación de espacios naturales no se relegan a segundos, terceros ni cuartos puestos. Tienen gran relevancia.
Las debilidades en la consideración de la diversidad de significados sociales del espacio público: ya que se procura manejar distintos matices sociales en la generación y regeneración del espacio público. Espacios con distintas esencias, distintas definiciones, para todos y por todos, y por supuesto totalmente incluyentes al momento de cumplir su función.
Las insuficiencias en el cuidado de la estructura social íntima de las comunidades residenciales: se refuerza con cada intervención la identidad propia del sector, buscando no cambiar la estructura existente, sino adaptarla a mejores condiciones encaminadas a unificar la imagen urbana y optimizar la calidad d vida de la comunidad.
De éste modo finalizo mi posición frente al texto señalado, no sin antes expresar que con seguridad me place la idea de aplicar estas reflexiones a nuevos proyectos que se manejen en este y otros talleres. Son cuestiones que día a día nos permiten crecer integralmente.
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